Me siento a contemplar todos los dolores del mundo, y toda la opresión y la vergüenza. Veo en el arroyo a la madre ultrajada por sus hijos, que muere abandonada, extenuada, desesperada; veo a la mujer ultrajada por su marido, veo los efectos de las batallas, de la peste, de la tiranía, veo a los mártires y a los prisioneros, observo el hambre, las humillaciones y degradaciones impuestas por los poderosos a los obreros, a los pobres, a los negros; todas estas cosas, todas las vilezas y agonías sin fin me siento a contemplar, a ver, a oír, y permanezco mudo.